18 de diciembre de 2014

El papel y la tinta se resisten

papelQue el futuro inmediato de la prensa escrita es la crónica de una muerte anunciada es una opinión que pocos osan refutar. La masiva fuga de lectores, que optan por la gratuidad de Internet para informarse, la drástica reducción de los ingresos publicitarios y una revolución tecnológica que ha dejado al papel desnortado son sólidos argumentos para defender la inminente muerte del papel.

Sin embargo, para sorpresa de muchos, hay hechos que van en la dirección contraria. Más bien parecen indicar que el papel y la tinta resisten estoicamente a la competencia digital. Claro, que la cosa no es generalizada y va por barrios. Pero ahí están Alemania, con cabeceras que rinden un beneficio del 27% anual, o Brasil, donde el número de lectores de periódicos ha aumentado en un millón en los últimos diez años.

¿Los motivos de estos movimientos a contracorriente? Algunos son puramente puntuales, como el aumento del precio del producto por parte de las empresas o la notable caída del precio del papel como materia prima, pero otros pueden obedecer a causas más estratégicas, como apunta The Economist en su reciente artículo The strange survival of ink: especializarse en nichos concretos, ofrecer más valor que la pura información, establer sinergias o adaptar su producto a los nuevos soportes.

A pesar de estas efectivas medidas, el reto sigue siendo difícil: convencer a las nuevas generaciones, acostumbradas ya al todo gratis en la red, de que merece la pena pagar por un producto premium; y a los anunciantes de que su soporte sigue siendo rentable. Lamentablemente, no parece que los periódicos de nuestro entorno cercano estén a la vanguardia de las decisiones audaces en el sector. Eso sí, el papel y la tinta no han dicho su última palabra. Y amenazan con dar mucha guerra todavía, aunque muchos les hayan enterrado en vida.

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