18 de diciembre de 2014

Cuéntame ‘tu historia’: claves para difundir la ciencia

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Vamos a empezar diciendo que sumergirse en las aguas de la comunicación científica y de la gestión de la comunicación de entidades científicas, no es tarea baladí, sobre todo cuando no se es científico y se desconoce el significado del universo terminológico de esta actividad, se desconoce el fondo y la forma, o sea casi todo. Por lo tanto hacen falta dosis de osadía, atrevimiento y mucha-mucha curiosidad para abordar ‘pasillos’ complejos como éste para quienes procedemos de la profesión periodística.

Para explicar nuestra función, hemos de partir de una premisa y es que somos contratados por dichas entidades para defender sus intereses, para impulsar su visibilidad en los medios y para dotar de coherencia a su estrategia de comunicación. Pero al mismo tiempo somos profesionales de la comunicación, conocemos cómo se puede llevar una historia a buen puerto, siempre y cuando exista la historia, que no siempre es así. Hemos de encontrar por lo tanto un equilibrio entre las legítimas pretensiones de quien nos contrata y la defensa de un trabajo riguroso sustentado en las rutinas propias de la profesión periodística.

El objetivo principal que debe tener todo profesional que tiene ante sí un reto de esta envergadura es detectar si tiene ante sí, o no, una historia que contar. Y aquí añadimos otra premisa: no todo es comunicable en ciencia. Hay proyectos que ni se pueden traducir ni su hipotética traducción derivará nunca en una historia interesante, con gancho periodístico en los medios generalistas dirigidos al target que buscamos. Por lo tanto, antes de nada toca tomar decisiones, y serán unas cuantas en el trayecto.

Hechas estas premisas, vamos a ir al grano y vamos a detallar los pilares principales sobre los que se erige una nota de prensa científica. Empezaremos por lo que no debe hacerse: a) no se debe mentir, b) ni exagerar, c) ni generar falsas expectativas, d) no debe presuponer la consecución y/o materialización de hipótesis lejanas. Y ahora lo que sí debe hacerse: Debe ser rigurosa, debe decir hasta dónde se ha llegado y qué nuevos horizontes e hipótesis se abren, sin llevar a la falsa interpretación de pensar que ya se ha llegado al punto final, salvo que así haya sido.

Pero, y aquí está la batalla principal con el investigador, que en la práctica totalidad de los casos se enfrenta a que un extraño interprete un proyecto en el que ha estado inmerso varios años, y es que la nota de prensa debe tener y generar interés informativo, debe tener fuerza. Es decir, el investigador debe ser lo suficientemente flexible y benévolo como para aceptar que tiremos de un hilo en términos periodísticos, que es el que nos justificará el ‘top line’, el titular y encabezamiento de la noticia. La flexibilidad que pedimos al investigador debe ser inversamente proporcional a nuestro rigor y seriedad, a nuestro compromiso de no ‘maltratar’ su historia por conseguir un titular –tendencioso, ‘amarillo’- muy visible en los medios. Es decir, tiraremos del hilo para conseguir una ‘percha’ informativa sin que se pierda el sentido real del proyecto científico. El investigador tendrá la última palabra, deberá sentirse cómodo con la historia que estamos contando.

Por ello, los investigadores nos deben tener como aliados, nuestra labor es ayudarles a poner en valor un proyecto científico determinado que ha obtenido la validación científica –peer review- por medio de su difusión a la sociedad. También somos aliados de los medios: Nosotros hemos invertido el tiempo que los profesionales de los medios no tienen para convertir un proyecto científico en una historia noticiosa y a poder ser atractiva. La historia incorpora todos los matices de una noticia periodística: un titular informativo y atractivo, encabezamiento descriptivo, uso de términos comprensibles, links a informaciones complementarias, reflexiones-valoraciones de los responsables del proyecto (entrecomillados); explicación-contextualización del proyecto…

Pero esta concepción de ‘aliado’ es susceptible de derivar en conflicto permanente, porque el investigador a menudo sospecha del ‘qué’ (qué se va a contar), del por qué (por qué hay que explicar de esa forma su proyecto…) y del para qué (para qué hacerlo a través de los medios cuando no reconozco la capacidad profesional de éstos). En resumen, mucha pereza a recorrer los territorios de la divulgación y la comunicación. Y por otro lado, conflicto con los periodistas porque estos temas les generan también mucha pereza, no los entienden, no les interesan, y escudan todo ello en la supuesta falta de interés del público destinatario de su medio, además de tener la convicción de que le estamos metiendo un gol por la escuadra, vendiéndoles humo. Muchos compañeros de sector han contribuido a que en muchos casos no tengamos argumentos para discutir esa percepción.

En definitiva, un buen trabajo de comunicación científica se resumiría en pedir al investigador que nos cuente ‘su’ historia y acercarnos a los medios para contarles ‘una’ historia.

Información complementaria sobre comunicación y difusión de la ciencia:

Informe Stempra

Comunicación de la Biotecnología

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