18 de diciembre de 2014

5 reflexiones sobre Wikileaks y el nuevo periodismo

wikileaks2En un blog que habitualmente reflexiona sobre el papel del periodismo y los medios en el nuevo contexto digital, es inevitable que hagamos referencia al fenómeno Wikileaks. Tras el tsunami inicial y la sensación de caos que desata toda revolución, exponemos algunas reflexiones que ya intuíamos pero que la masiva filtración de documentos confidenciales y su tratamiento por parte de los medios han reafirmado:

1. El “nuevo” periodismo ya está aquí. Podemos invertir siglos en filosofar acerca del futuro del periodismo y de cómo le va a afectar la irrupción de las nuevas tecnologías. Pero, frente a esta tentación “futurista”, el fenómeno Wikileaks ha supuesto todo un aldabonazo. El “futuro” hace tiempo que ya está aquí, y el periodismo tradicional ya está afectado de lleno, para bien y para mal, por la revolución 2.0. La prueba es clara: el mayor hito del periodismo de investigación de los últimos años ha tenido Internet por escenario.

2. Los valores del “viejo” periodismo siguen vigentes. La filtración masiva de documentos que desde hace un par de años venía haciendo Wikileaks tenía un impacto limitado. El volumen de información era tan grande y sus implicaciones tan complejas que no era fácil para el internauta hacerse una composición de lugar. El verdadero poder de esta información se ha desatado cuando una web como Wikileaks se ha asociado con algunos de los principales periódicos del mundo para que interpreten los datos, los analicen en términos geopolíticos y los presenten ante sus lectores de forma comprensible. Es decir, no es posible que la mera filtración de 250.000 documentos constituya un mensaje claro que llegue a la audiencia y tenga impacto político si no es a través de la labor de interpretación del periodista.

3. La labor del periodismo es más necesaria que nunca. Probablemente aún no sepamos en qué formato ni en qué términos se va a desarrollar la profesión periodística en los próximos años. Lo que sí sabemos, y más a raíz del fenómeno Wikileaks, es que su función social va a seguir más vigente que nunca. En un mundo cada vez más complejo y en el que el poder adopta nuevas fórmulas de influencia, muchas de ellas con el apoyo de los medios tradicionales, va a ser indispensable un periodismo incisivo y vigilante que ejerza de contrapeso, capaz de desarrollar su labor intrínseca de watchdog y whistleblower con más ahínco que nunca. Y es en esta función donde las nuevas tecnologías le dotan de posibilidades impensables hasta ahora.

4. La forma de ejercer el periodismo ha cambiado. Todo esto abre sin duda puertas muy interesantes, pero también requiere de una reformulación de la tradicional forma de hacer periodismo. No es que ya no valga aquello de cultivar fuentes, tocar timbres y descolgar el teléfono. Pero el acceso a información relevante se va a obtener en muchos casos a través de otros medios. Y eso requiere de nuevas habilidades profesionales. Por ejemplo, la capacidad de interpretar ingentes bases de datos y filtrar su contenido para presentar ante la audiencia lo realmente relevante y enfocarlo de la manera adecuada. Los periodistas del futuro tendrán que tener muy claros los valores tradicionales de la profesión, pero deberán también contar con una elevada cualificación en el uso de herramientas avanzadas.

5. El periodismo tiene un futuro apasionante por delante. Frente a quienes querían enterrar el periodismo y consideraban que las nuevas tecnologías y el periodismo ciudadano lo habían superado, el fenómeno Wikileaks ha dado todo un puñetazo encima de la mesa. El periodismo profesional sigue siendo imprescindible y hay que reivindicar la función del periodista. Eso sí, absolutamente enfocado al universo 2.0. Estamos ante el comienzo de una nueva era para el periodismo, y todo parece indicar que va a ser una era apasionante. Abróchense los cinturones. Esto ya ha despegado.

Nota: en este sentido, coincidimos con la reflexión que hace la Defensora del Lector del País, en la tribuna del pasado día 12 de diciembre, “El tsunami wikileaks” en la que finaliza con el siguiente párrafo: “Un nuevo escenario emerge ante nosotros. Es difícil calibrar cómo evolucionará, pero lo que el tsunami Wikileaks ha dejado claro es la necesidad de un periodismo responsable, solvente y riguroso. En este mundo complejo y acelerado, no basta con tener acceso al material en bruto. Ese material necesita del trabajo de periodistas bien formados, capaces de contrastar, contextualizar y valorar, desde la experiencia profesional, los datos y las versiones. Y una evidencia: no por atacar al mensajero, la verdad será menos verdad. Lo que crea desconfianza no es la revelación, sino lo revelado”.

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